Siempre que llega diciembre me entra la sensación de que no hice lo suficiente. Y no lo digo en términos de productividad, eso me importa menos. Más bien me cuesta entender, en retrospectiva, a qué le dediqué tantas horas de mi vida. Cuando publico un libro la sensación disminuye un poco porque puedo ver mis ejemplares de autor en el librero y sentir que al menos hice algo que ocupa un lugar en el espacio.
2024 fue un año especialmente difícil: en enero murió mi padre y siento que todo lo que escribí estuvo marcado por esa pérdida. Pero también me casé, me mudé de país, viajé y, para rematar, en diciembre murió mi abuelo materno, una pérdida más. En medio de todo eso, escribí en mi diario mucho menos que otros años. Traduje dos libros completos (este de Nellie Bly que sale próximamente y este de Bryan Washington, que saldrá en Anagrama en unos meses) y escribí un puñado de textos de ficción y no ficción que aparecieron en diversos medios.
Dejo aquí un recuento de todas esas publicaciones por si a alguien le interesa alguna —y para recordarme a mí mismo, también, que hice lo mejor que pude.
En febrero publiqué, en Southwest Review, esta reseña de la traducción al inglés de Domar a la divina garza de Sergio Pitol. Fue el primer texto que escribí directamente en inglés, así que al menos tiene ese mérito.
En marzo publiqué el cuento “Rosaura at Dawn”, traducido por Christina MacSweeney, en The Yale Review. Es un cuento que salió también en portugués un año antes, en la revista O Limoeiro Real, y que no he publicado en español todavía (se aceptan propuestas).
También en marzo publiqué “Ciudad Satélite, arquitectura nazi”, en la revista mexicana Nexos. Es un ensayo que escribí a partir de una investigación en torno al ingeniero nazi Karl Fiebinger, que estuvo a cargo de varios programas secretos del tercer reich durante la Segunda Guerra Mundial y luego acabó fundando una empresa en el Estado de México y construyendo miles de casas en Ciudad Satélite y Cuauhtitlán Izcalli.
En marzo también salió un fragmento de “Un invierno bajo tierra” en neerlandés, para el número sobre drogas de la revista belga Deus Ex Machina.
En abril se publicó “A Universe on the Line”, libro-proyecto de Chantal Peñalosa con ESPAC que incluye un texto mío. (La edición es bilingüe, con traducción de Robin Myers.) El libro quedó hermoso y Chantal es una de las mejores artistas contemporáneas de México y alrededores. El texto empieza así:
Querida Chantal:
Sucedió algo extraordinario que quiero contarte.
El lunes 30 de octubre de 2023 me desperté a las 6:15 am. Según apunté en mi diario, aunque ya no me acuerdo de eso, durante la noche soñé con una piedra enorme en un páramo. Era el tipo de piedra que imagino al escuchar la palabra menhir, una piedra “grande y anodina” pero con ciertas cualidades maternas, como en un poema de José Watanabe que me gusta mucho. La piedra tenía una especie de puertita de madera del tamaño de una mano y adentro había una ciudad en miniatura, como una maqueta perfecta. (Islas inaccesibles que circundo a nado y ciudades a escala escondidas entre las cosas aparecen seguido en mis sueños.) Yo me asomaba por la puerta y veía las callecitas, los árboles pelones diminutos, los perros famélicos enanos que caminaban por ahí. En el sueño, según el apunte de mi diario, metía la mano por la puertita para recuperar mi pluma plateada, que tengo desde los 11 años y que por alguna razón estaba colocada en una glorieta de la ciudad-maqueta, como una extraña pieza de arte público. En mi cuaderno se interrumpe el relato del sueño para dar paso a sus posibles interpretaciones: “La miniatura genera vértigo y angustia, porque anula la ficción de que hay una simpleza elemental en lo pequeño”. El diario no consigna el final del sueño, y el resto de las interpretaciones son bastante idiotas…
En mayo publiqué el texto más importante para mí que escribí este año, “Los ayudantes del sol”. Es un documental autobiográfico/ensayo sonoro que salió con Everand y que produjeron Javier Aceves “Baxter” y los genios de Pedro y El Lobo Estudios. Si pueden, les agradecería suscribirse al mes de prueba de Everand, escucharlo y, si les gusta, recomendarlo. Este es el tráiler:
En junio, Polidoro Editore publicó Il ballo e l’incendio, la edición italiana de mi novela El baile y el incendio, en traducción de la incombustible Giuglia Zavagna. La presentamos en una biblioteca de Roma y fingí saber italiano.
En julio estuve de residencia en la Fundación Jan Michalski y no publiqué nada, pero acabé algo que espero publicar un día.
En agosto salió la edición en inglés de Aviones sobrevolando un monstruo, en traducción de Christina MacSweeney y Philip K. Zimmerman. En el número de septiembre de la revista Harper’s sacaron un fragmento del ensayo “Un invierno bajo tierra”. Lo titularon “Hooked on Phonics”.
En octubre apareció en portugués un ensayo que escribí por encargo para la revista Electra. Es sobre Nueva York y se titula “Caminos del deseo”.
También en octubre publiqué un nuevo cuento/relato/ensayo/lo-que-sea, en la nueva época de la Revista de la Universidad de México. Se titula “Le parece que fue ‘Volver’” y tiene como punto de partida una historia que me contó mi papá sobre el viaje que hizo a la Unión Soviética y otros países del bloque socialista en 1979. Me emocionó que se publicara porque tiene algo sobre mariachis yugoslavos, un tema que me apasiona.
En noviembre salió, en la revista ICON de El País, este breve perfil que hice de la artista española Teresa Solar Abboud, que este año inauguró una pieza en el High Line de Nueva York y una exposición individual en el Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona.
En diciembre volví a escribir sobre Sergio Pitol, esta vez sobre sus diarios, para un dossier sobre el autor que coordinó el gran César Tejeda en la revista española Cuadernos Hispanoamericanos.
También di una conferencia en el Museo de Arte de Zapopan, donde expusieron unos pósters con textos míos. Y finalmente publiqué un breve repaso personal de lecturas, con especial atención al duelo, en la célebre serie de “A Year in Reading” de The Millions.
Y ya. Espero que en 2025 se me permita seguir publicando, porque igual voy a seguir escribiendo: no sé hacer nada más.
Justo ayer platiqué de como, por Alejandro, me enteré de lo largos que son los partidos de futbol americano.
Lo quise bien, hace años.
Lo siento, de sentir por dentro y de estar triste contigo.